viernes, 19 de diciembre de 2008

Juan Cruz: víctima del juego sucio de los aparatos represivos en zona Mapuche


El compañero Juan Cruz, joven anarquista de 28 años, hace varios meses que junto a su pareja solidarizaban activamente con la lucha emprendida por los comuneros de la zona autónoma de Temucuicui. Hoy en la madrugada fue asesinado producto de un cobarde disparo en la nuca y hasta el momento la “justicia” no ha podido dar con él o los culpables; en la prensa del capital incluso llegaron a afirmar que había resultado muerto en una simple pelea luego de una “fiesta”.

La verdad es que hace varios días que la Comunidad Autónoma de Temucuicui ha sido recurrentemente atacada por otros Mapuche provistos de armas de fuego. Juan, después de participar en el centro de Santiago el día martes pasado en una manifestación en apoyo a sus hermanos y hermanas, decidió viajar por la noche a Temucuicui debido a que su pareja había sido golpeada junto a otras mujeres de la comunidad (entre ellas la esposa del preso político Jaime Huenchullán) y amenazada de muerte por MIJAIL CARBONE QUEIPUL: esa fue la última vez se tuvo contacto con nuestro compañero Juan.

El Estado y sus fuerzas represivas a pesar de los brutales allanamientos (que el año pasado eran mensuales), el amedrentamiento constante, la cárcel y la delación, no habían conseguido frenar el proceso de recuperación de tierras llevado adelante dignamente por las y los comuneros de la Comunidad Autónoma de Temucuicui, por lo que se vio en la necesidad de cambiar de estrategia: utilizar a los Mapuche “institucionalizados” para hacer el trabajo sucio, dedicándose solamente a contemplar tranquilamente como una fracción de este pueblo asesina a la otra que lucha. JUAN CATRILLANCA, MIJAIL CARBONE QUEIPUL y el resto de mercenarios de la “Comunidad” Ignacio Queipul, fueron los títeres de los intereses de la CONADI, el Estado Chileno y los grandes latifundistas en una de las zonas más candentes del conflicto Mapuche. Las amenazas de muerte, las golpizas, los ataques armados se repitieron por toda la semana, mientras la policía se hacia la ciega y cuando se decidía a actuar lo hacía a favor de los agresores. No es difícil deducir quien presionó el gatillo que asesinó a nuestro hermano, los antecedentes están a la mano y la conclusión es evidente.

La situación en Temucuicui se ha hecho insostenible, por lo que nuestra activa solidaridad se hace necesaria hoy más que siempre, ya que este conflicto creado por el Estado y el Capital puede acrecentarse aún más. De nosotros depende que esto no ocurra.


En memoria del kompañero caido


pueden matarnos, acernos desaparecer pero la semilla germina y florecera la flor de la libertad, despues de nosotros abra otro y otro...
la luxa kontinua no se olviden....

martes, 16 de diciembre de 2008

NUESTROS MIEDOS, EL SUSTENTO DE SUS PRIVILEGIOS


En agosto del año pasado, los principales medios electrónicos de noticias publicaron una encuesta de opinión realizada en Santiago, con el objetivo de conocer los principales miedos de los capitalinos.

El sondeo, realizado por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca, llegaba a conclusiones que cualquiera de nosotros podría sacar en un corto recorrido por el barrio.

La fría estadística advierte que el 40% de los santiaguinos confiesa que su mayor temor es perder el empleo. En segundo lugar, con un 27%, decían temer a ser víctimas de un asalto. Envejecer sin un sistema de salud adecuado fue otra respuesta especialmente frecuente entre los hombres, con un 27%.

Finalmente, cómo no, un porcentaje importante planteaba el miedo a no tener recursos para educar a los hijos. Asimismo, cerca de un 45% de los encuestados plantearon que su principal deseo era contar con un trabajo estable y con una paga digna.

Hasta ahí la cosa no es muy sorprendente, pero no hace falta dar muchas vueltas para caer en cuenta que estas cifras reflejan cómo la dinámica del miedo se apodera de nuestras vidas.

Y, precisamente, esa dinámica se ha convertido en la mejor estrategia para el control social.

De esa forma los poderosos no necesitan mantener las costosas y brutales fórmulas de represión que se fraguaron durante la historia para mantener a raya la amenaza contra sus privilegios. La iglesia católica usó la superstición y las dictaduras hicieron lo propio con la represión… el neoliberalismo hoy usa nuestros miedos para reafirmar su existencia.

En una sociedad atomizada, individualista y fracturada, en que las personas cuentan con menos herramientas de convivencia y encuentro comunitario para resolver sus problemas es más fácil mantener las cosas “como son”.

Dicho de otra forma, en una sociedad donde cada uno se rasca con sus propias uñas, el miedo, la idea de desprotección y la inseguridad son los ingredientes de un status quo que mantiene el silencio de las masas haciendo del “drama humano” una enfermedad individual, un hecho que difícil y extrañamente no logra concertar un ¡ya basta! colectivo.

De esta forma, todos nos enfrentamos, desde la absoluta soledad, a las dificultades que impone una estructura social sorda e insensible.

Así se reproduce, como una verdad absoluta, el discurso del “sálvese quien pueda” que niega toda posibilidad de respuestas comunitarias frente a problemas del individuo. Para qué organizarse, para qué levantar una voz común, para qué unirse a otros si se supone que nadie moverá un dedo por nosotros. Esa es la máxima que se transmite una y otra vez, haciendo del esfuerzo por el cambio social una quimera que se escapa en el horizonte de lo social.

Esa angustia frente a la soledad que nos espera en la mala hora, va quebrando una y otra vez los espacios que tradicionalmente en nuestra sociedad habían sido valorados como entorno de apoyo y ayuda.

Y claro, cualquiera teme al desempleo porque sabemos que nadie nos tenderá una mano. Cualquiera teme a la vejez, porque sabemos que no existe un sistema de pensiones que nos aparte de la pobreza y el desamparo. Cualquiera teme no poder educar a sus hijos porque quienes no han nacido en medio de la abundancia creen firmemente que esa es la única forma en que puedan defenderse” en la vida.

En la tierra de los mall y del consumo, en la sociedad del ‘eres lo que tienes’, en la sociedad de moraga, no hace falta mucho un esfuerzo para mantener los privilegios, para perpetuar la suerte de los eternos perdedores y mantener el control de los poderosos.

Ahí está nuestro primer desafío: reconstruir los espacios sociales que nos permitan dejar de temer, dejar de estar solos frente a una realidad aplastante que nos condena al silencio. Ahí está precisamente el desafío de rehacer la construcción lo social, de esos espacios despreciados hasta el hastío por la modernidad neoliberal.

¿Porqué seguir afianzando el culto al esfuerzo individual que nos ha condenado al aislamiento y la soledad? Hemos dejado que nos convenzan que sólo nuestro esfuerzo es instrumento del bienestar. Hemos dejado que conviertan a quienes tenemos al lado en oponentes y rivales atentos a nuestro menor descuido. Hemos aprendido a despreciar cualquier iniciativa que no nos es propia. En definitiva, hemos hecho del egoísmo y la desconfianza una poderosa herramienta de sumisión.

Y que se entienda muy bien, con esto no negamos el valor del individuo, sólo planteamos que el individuo desconectado y parcelado no es rival para cuestionar las reglas que impone el sistema.

Las primeras organizaciones obreras no solo fueron de lucha frontal contra el patrón, buscaron precisamente establecer el apoyo mutuo como norma para la defensa de los trabajadores. Fueron organizaciones que buscaron ejercitar ese músculo social capaz de empujar el cambio y sin el que es imposible pasar de las asonadas del descontento a la organización de un mundo nuevo.

El triunfo de los poderosos, de su mercado, de su iglesia, de sus dictaduras, de su dinero y sus privilegios ha sido en gran parte el despojarnos de nuestra capacidad de enfrentar juntos nuestros propios asuntos.

Les hemos dado las llaves de nuestro futuro, les hemos regalado nuestra capacidad de organizar la vida cotidiana en función de intereses que están lejos de beneficiarnos y es tiempo de recuperar esa capacidad.

La organización, la solidaridad y el apoyo mutuo son nuestras primeras armas y es tiempo de comenzar a utilizarlas.

(extraído de la web de Masapunk)

lunes, 15 de diciembre de 2008

DEPENDE DE NOSOTROS


Sin nuestra goma de mascar, nadie querrá besarte. Sin nuestro desodorante, nadie querrá tocarte. Sin nuestro lápiz de labios, no atraerás las miradas de nadie. Sin nuestras zapatillas, no podrás alcanzar el estilo de tus amigos. Sin nuestros cigarrillos, la sofisticación se te esfumará. Sin nuestros productos limpiadores, nadie querrá aparecerse por tu casa. Tus niños no podrán jugar a nada sin nuestros juguetes y nuestros dibujos animados. Ella no disfrutará de la cita, a no ser que la lleves a ver una de nuestras películas. La verdadera diversión no ha de comenzar, hasta que no tengas en la mano una de nuestras cervezas. ¿Cómo puedes sentirte libre y vivo, sin nuestro auto último modelo?

Piensa acerca de todas tus actividades de "tiempo libre" y lo verás: no hay diversión si no pagas por ella.

Jugamos con tus inseguridades, tus miedos y tus ansiedades. Existen productos para cada actividad humana, incluso hasta para el sexo, porque las cosas que son naturales y gratis no son lo suficientemente buenas sin nuestros complementos artificiales. Finalmente, te encuentras tan condicionado, que acabarás pagando por los productos más inútiles, simplemente por el hecho de pagar por algo. Y si alguna vez intentaras salirte de nuestro sistema, verás que hemos hecho realmente imposible que seas un ser humano sin nuestros productos: debes pagar para comer, pagar para dormir, pagar para mantenerte caliente, pagar por un espacio por la simple razón de existir.

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"¡Depende de nosotros!"